Golpe al Federalismo
Por: Salvador Romero Espinosa (@chavaromero)
El
Federalismo consiste en el acuerdo al que llegan diversas comunidades para unir
sus fuerzas bajo una sola bandera, principalmente con el ánimo de sobrevivir de
amenazas externas que pudieran acabar con dichas comunidades si éstas estuvieran
aisladas.
El
pacto federalista consiste entonces, básicamente, en que todas las comunidades
(estados) que deciden conformarse como una nueva “gran comunidad” (país), aceptan
ceder una parte de su autonomía e independencia, a cambio de generar
instituciones comunes que los cohesionen y protejan a todos (Fuerzas Armadas, Banco
de México, Instituto Nacional Electoral, etc.), con el objeto de generar mejores
condiciones de vida para todas las personas que las integran.
Se
puede entender el Federalismo usando como analogía una vieja caricatura llamada
“Voltrón” (recientemente adaptada por Netflix), que trata de 5 personajes, cada
uno de los cuales tienen un poderoso vehículo de combate en forma de felino, con
el cual defienden el Universo de manera aislada, hasta que encuentran un
enemigo capaz de destruirlos, razón por la cual se unen para formar un solo
vehículo de combate, mucho más poderoso que los 5 por separado.
También
podemos hacer una analogía al Federalismo con un ejemplo muy simple y más moderno,
que sucede cuando muchas familias deciden conformar un condominio para crear
una comunidad habitacional privada con bardas, control de acceso y seguridad
propia (lugares conocidos como cotos o fraccionamientos), en lugar de vivir en
una casa ubicada sobre la vía pública, con el objeto de protegerse entre todos
sus residentes de amenazas externas.
Al
igual que en los estados federalistas como México, cuando se formaliza la
creación de un régimen condominal, quienes lo integran ceden algunas de sus
libertades a favor de dicho ente legal, creándose nuevas obligaciones exclusivas
para los condóminos, siendo su reglamento interno el equivalente a la Constitución
Federal, su cuota condominal el equivalente a los impuestos, su Mesa Directiva
el equivalente al Congreso, y su Administrador el equivalente al Presidente,
por poner algunos ejemplos.
Cuando
Estados -como Jalisco- se integran a una República Federal adquieren
obligaciones y renuncian a parte de su independencia, en términos similares a
los que cada casa o familia adquieren nuevas obligaciones y renuncian a ciertos
derechos y libertades en un condominio, a cambio de recibir las ventajas de
vivir en él, partiendo siempre de la premisa de que se deben de respetar
aspectos básicos del dominio y autonomía (soberanía) que tiene cada familia
sobre su hogar.
Además
de pagar la cuota correspondiente, por ejemplo, se pueden limitar el tipo de
mascotas que se pueden tener, o el tipo de fiestas y convivencias que se pueden
hacer o, incluso, restringir aspectos arquitectónicos o estéticos para
construir, pintar o remodelar cada una de las casas que lo integran, entre
muchas otras cuestiones, sin embargo, probablemente nadie aceptaría reglas
demasiado invasivas, como que el administrador tuviera llaves de todas las
casas y pudiera entrar a ellas con absoluta libertad y discrecionalidad cuando
quisiera.
En ese
contexto, la propuesta electoral para desaparecer a los organismos locales
electorales de todos los estados de la República, como el Instituto Electoral y
de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPC), bajo el argumento de que son
costosos e innecesarios, es un atentado artero y terrible en contra del Federalismo
mexicano, pues invade una competencia indispensable para mantener la soberanía
de cada entidad federativa: La capacidad de organizar sus propias elecciones
democráticas.
La
propuesta de desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE) para crear otro
ente completamente diferente (aunque de nombre parecido), para que este nuevo “INEC”
sea el encargado de organizar también los comicios municipales y estatales,
despedaza completamente la noción federalista que ya había sido debilitada en
la reforma electoral de 2014, pero que con esta propuesta la asesina
completamente.
Para
que entendamos la magnitud de esta reforma, volvamos a la analogía condominal e
imaginemos que la Mesa Directiva propone crear una figura llamada el "Gran
Árbitro", que será el encargado de revisar y validar todas las decisiones
familiares que se tomen en cada una de las casas que integren el condominio,
desde a qué restaurante deciden ir a comer el domingo hasta en qué se van a
gastar el aguinaldo, vulnerando en exceso la autonomía e independencia de cada
una de las familias que decidieron vivir en dicho condominio bajo la premisa
que el administrador no se convertiría en un dictador.
Comentarios
Publicar un comentario