Fakenews y el sesgo de confirmación
Por: Salvador Romero Espinosa (@chavaromero)
Hace un par de
años, tres científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Soroush
Vosoughi, Deb Roy y Sinan Aral) publicaron en la revista Science, un
impresionante estudio donde analizaron el comportamiento de alrededor de
126,000 noticias (o rumores) difundidos en la plataforma Twitter entre 2006 y
2017. Muchas de esas noticias resultaron ser falsas, por supuesto, y lo más
interesante es que, entre otros tantos, descubrieron los siguientes hallazgos:
1. Las noticias
falsas fueron más difundidas que las noticias verdaderas.
2. Es 70% más
probable que una noticia falsa sea retuiteada que una noticia verdadera.
3. Las noticias
falsas viajan seis veces más rápido, en promedio, que las noticias verdaderas
(tomado como parámetro la cantidad de tiempo que les toma llegar a 1,500 usuarios).
4. Algunas de
las noticias falsas más compartidas lograron llegar hasta a 100 veces más
usuarios que las noticias verdaderas. (100,000 vs. 1,000)
Cabe destacar
que Twitter les otorgó a los investigadores acceso directo a sus bases de datos
históricas, lo que facilitó el estudio y, además, les permitió eliminar de sus
ecuaciones, a través de algoritmos, el factor de los llamados “bots” en la
diseminación de noticias falsas y verdaderas. En otras palabras, los datos y
hallazgos presentados están basados prácticamente de manera exclusiva en
usuarios “reales” de dicha red social.
Sin embargo, el
estudio no se aventura en sus conclusiones a profundizar en las posibles
razones detrás de este fenómeno y, por el contrario, hacen el señalamiento expreso
de que “se justifica claramente más investigación sobre las explicaciones
conductuales de las diferencias en la difusión de noticias verdaderas y
falsas.”.
Aprovechando
esta invitación, me aventuraré a proponer como una explicación para el fenómeno
de la propagación de #fakenews un fenómeno cognitivo del razonamiento inductivo
ampliamente estudiado: el sesgo de confirmación o sesgo confirmatorio.
Dicho sesgo es
un “defecto” evolutivo del cerebro humano, que consiste en una tendencia
instintiva y natural para “favorecer, buscar, interpretar, y recordar, la
información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando
desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas” (Plous,
1993).
En otras
palabras, tenemos la proclividad para dar por verdaderas aquellas noticias (o
rumores) que nos gustarían que fueran verdad y, por el contrario, tendemos a
ignorar o restar credibilidad a aquellas noticias que no nos gustarían que
fueran verdaderas o que nos parecen aburridas o poco interesantes.
En ese sentido,
es muy probable que quienes inventan las noticias falsas (políticas,
deportivas, científicas, médicas, de salud, comerciales, económicas,
paranormales, religiosas, etc.), son conocedores de esta debilidad humana y,
por lo tanto, buscan producir noticias o rumores que saben que van a ir acorde
con las creencias, aspiraciones, gustos o deseos de mucha gente y que, por lo
tanto, será mucho más fácil que las difundan hasta hacerlas virales, sin
preocuparse jamás por verificar su veracidad.
Este sesgo de
confirmación, al ser parte inherente a la naturaleza del cerebro humano, ha
existido desde siempre, y ha dado origen a que durante la historia (y pre
historia) de la humanidad, mucha gente haya creído firmemente en la veracidad
de millones de leyendas y cuentos (como que la Tierra es plana) para explicar
muchos de los fenómenos que no se pueden entender o explicar (o cuya
explicación es tan sencilla que se vuelve aburrida y poco convincente para
creer en ella a pesar de la evidencia).
Sin embargo, a
pesar de que vivimos en una era de la información, en la que en teoría es mucho
más sencillo buscar la verdad, la explotación dentro de la Internet de ese
primitivo sesgo confirmatorio, se ha convertido en una de las principales
fuente de ingresos de miles y miles de portales y plataformas que viven de los
“clicks” y del tráfico que se genera en sus portales producto de las #fakenews
basadas en noticias que comparten millones de usuarios simplemente porque
“ciegamente” creen -o les gustaría creer- que son verdaderas.
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