Sobre la vacunación en México
Por: Salvador Romero Espinosa (@chavaromero)
Me parece
inevitable no sentir preocupación sobre el proceso de vacunación que tendremos
en México durante, al menos, los próximos 16 meses (el calendario oficial
publicado por el Gobierno Federal estima culminar la vacunación de todos los
adultos de nuestro país en marzo de 2022), por varias razones que me gustaría
sintetizar:
1. Se
ha determinado que en cada Centro de Vacunación estará un grupo de 12 personas:
2 “Servidores de la Nación”, 2 promotores de programas sociales, 2 voluntarios,
4 miembros de las fuerzas armadas, 1 enfermero y 1 doctor. Esto sin duda alguna
volverá el proceso de vacunación un dispendio de recursos públicos y un trámite
burocrático innecesariamente lento. Mientras que en otros países del Mundo se
han establecido carpas para automóviles o incluso se han proporcionado vacunas
a las farmacias particulares para agilizar el proceso de vacunación con la
intervención de solo dos o tres personas en cada módulo, aquí hemos apostado a
un esquema complejo y, probablemente, mucho más lento.
2. Para
nuestra mala suerte, el año 2021 también es año electoral en nuestro país, por
lo tanto, no debe descartarse la posibilidad de que la vacunación masiva se
retrase hasta ya iniciado el proceso en abril, con el objeto de hacer
propaganda electoral a favor del partido que gobierna el País en los mismos
módulos de vacunación, y quizás esa sea una de las razones principales por las
cuales no se ha aceptado que la iniciativa privada colabore con la vacunación,
a pesar de todos los beneficios que ello representaría.
3. La
ineficiencia y el retraso en la aplicación de la primera dosis, además de más
contagios y muertes, puede traer como consecuencia altamente probable el
retraso en la aplicación de la segunda dosis, lo cual evidentemente
representaría un problema importante, toda vez que la mayoría de las vacunas
disponibles únicamente garantizan su efectividad hasta la aplicación de la
segunda dosis.
4. Finalmente,
no deja de preocuparme el hecho de que los responsables del programa de
vacunación son los mismos que nos aseguraron, entre otras cosas que: a) Esta
pandemia mataría en México a menos de 6,000 personas (tan solo oficialmente ya
van cerca de 150,000); b) Que la fuerza moral y la honestidad eran suficientes
para no contagiarse; c) Que el uso masivo de cubrebocas no servía de nada; d)
Que no era necesario hacer pruebas para identificar a los enfermos (y
aislarlos); e) Que el “Modelo Centinela” era suficiente para prevenir la
propagación del virus; y f) Que el “pico” de la pandemia llegaría hace siete
meses, en el mes de junio del 2020.
Cabe señalar que
México, al igual que la gran mayoría de los países del Mundo, ha apostado a
vacunar primero a los adultos mayores (teóricamente todos entre febrero y abril
de este año), quienes estadísticamente tienen mayor probabilidad de morir de la
enfermedad, sin embargo, es de llamar mucho la atención el caso de
Indonesia, donde el gobierno ha apostado a vacunar primero a los adultos
menores de 60 años de edad, bajo la premisa de que son quienes tienen una mayor
movilidad social y laboral y, por consiguiente, mayor probabilidad de contraer
el virus y propagarlo.
Me parece una
apuesta bastante arriesgada (y hasta inhumana) por varias razones, entre ellas,
que implicaría que los adultos mayores tengan que permanecer verdaderamente
encerrados y aislados del resto de la población hasta que les tocara su turno
de ser vacunados (un año al menos), lo cual sería casi imposible en un país
como México, en el cual un importante porcentaje de mayores de 60 años aún
están obligados a trabajar fuera de casa y/o comparten el mismo techo con algún
familiar o personal de apoyo menor de 60 años.
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