Critpofraudes
Por Salvador Romero Espinosa (@chavaromero)
En la última década, las criptomonedas o criptodivisas se han convertido en
el tema de moda, primero entre los fans de la tecnología, luego entre inversionistas
y especuladores, y finalmente entre el público en general, al grado que hace
apenas un par de semanas la palabra “bitcoin” rompió su propio récord de
búsquedas en Google en nuestro país.
Pero “bitcoin” se encuentra cada vez más lejos de ser la única criptomoneda, ya que actualmente existen -literalmente- miles de criptomonedas en el mercado, y no suele pasar un mes sin que se creen más de las que desaparecen, toda vez que la oferta y demanda de las mismas ha crecido de manera exponencial también en los últimos años.
Ello ha generado, por consecuencia, un “caldo de cultivo” muy importante para
la realización de fraudes y de estafas en todo el Planeta, principalmente
basados en el deslumbrante atractivo que suele producirnos el enorme
crecimiento que ha tenido “Bitcoin”, la primera criptomoneda, cuyo valor hace
10 años era de exactamente un dólar y que apenas en abril de este año alcanzó su
máximo histórico de $60,000 dólares por moneda (alrededor de $1,200,000 pesos).
En ese contexto, si quisieras invertir en ellas, de entrada deberás tomar en cuenta que el Banco de
México no permite a las instituciones financieras que operan en nuestro país
abrir cuentas en “activos virtuales”, por lo que prácticamente todas las
transacciones se deben realizar en “Exchanges” o casas de bolsa de criptomonedas
extranjeras, lo que implicaría que en caso de que se tuviera que presentar algún reclamo
tendría que ser en otro país.
También es importante señalar que es posible perder toda una inversión de
manera completamente “regular” -por así decirlo- tal y como sucede actualmente
en el mercado de valores tradicional, ya que es perfectamente posible comprar
criptomonedas completamente legítimas (como Bitcoin) en el punto más alto de su
valor, esperando que puedan llegar a subir de precio, y que
después venga un desplome, justo como acaba de sucederle a dicha moneda en los
últimos dos meses.
Otra cuestión importante de puntualizar es que, a diferencia del mercado de
valores tradicional o de otro tipo de negocios de inversión (como el inmobiliario),
las criptomonedas constituyen un gran enigma sobre su funcionamiento para la
gran mayoría de la población y de un alto porcentaje de las personas que
deciden invertir en ellas, por lo que los “potenciales inversionistas” son
mucho más susceptibles de ser manipulados -tal y como ya ha sucedido en muchas
ocasiones-, a pesar de que se utilicen esquemas de fraude “tradicionales”.
Aclarado lo anterior, consideramos que el tipo más común de engaño (normalmente legal además) es el que realizan los
intermediarios o asesores en el mercado de criptomonedas (“cryptobrokers”), que
aseguran tener conocimiento, fórmulas o hasta ejércitos de “bots”, para
identificar cuál moneda será el próximo “Bitcoin” o “Ethereum”, únicamente para ganar
buenas comisiones, sin contar realmente con fundamentos reales para asegurarlo.
También existe un fraude muy común basado en portales y cuentas completamente
falsas, que funcionan con el objeto de robar la mayor cantidad de datos posibles,
especialmente de tarjetas de crédito o débito (“phishing”), haciéndote creer
que estás comprando criptomonedas a muy buen precio en un sitio legítimo,
cuando en realidad es únicamente un montaje.
Este esquema también se utiliza mucho para recabar fondos para ser inversor
fundador de una nueva criptomoneda bajo el esquema de “Ofrecimiento Inicial de
Monedas” (ICO’s, por sus siglas en inglés), que suele ofrecer rendimientos
gigantescos una vez que la criptomoneda salga al mercado, cuando en realidad
todo es una simulación. (Los ICO’s legítimos por sí solos suelen ser ya lo
suficientemente riesgosos)
Por otro lado, probablemente el tipo más peligroso de fraude es el que está
basado en un esquema Ponzi, tal y como sucedió hace algunos años con OneCoin,
toda vez que implica la compra de criptomonedas envueltas en un “halo” de
seriedad y formalidad que las hace parecer legítimas y potencialmente “ganadoras”.
A diferencia de otros esquemas, estas criptomonedas empiezan a pagar
réditos reales a quienes las adquieren y además a ofrecerles ganancias extras
derivadas de las ganancias de las personas que inviten a participar en la “inversión”
(esquema de referidos), con lo cual las potenciales pérdidas se van
incrementando con el paso del tiempo, hasta que al cabo de un determinado
periodo (pueden ser años) el modelo colapsa y todos los “inversionistas”
pierden su dinero.
En conclusión, mi recomendación es que no se dejen llevar por “el canto de
las sirenas” de las criptomonedas como la vía segura al dinero rápido y fácil,
pues si bien es cierto la idea original detrás de ellas tal y como la planteó
en 2009 “Satoshi Nakamoto” -el creador de Bitcoin-, eran para sustituir el
dinero controlado por los gobiernos y bancos, actualmente aún no son aceptadas en prácticamente
ningún lugar en México, y se han convertido más bien en una especie de juego de
ruleta entre especuladores, que difícilmente pueden garantizar ganancias
seguras y permanentes para quienes decidan jugarlo.
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