Un solo México
Por: Salvador Romero Espinosa (@chavaromero)
“La propaganda difunde verdades incompletas, en serie y por
piezas sueltas. Más tarde esos fragmentos se organizan y se convierten en
teorías políticas, verdades absolutas para las masas. El terror obedece al
mismo principio. La persecución comienza contra grupos aislados –razas, clases,
disidentes, sospechosos–, hasta que gradualmente alcanza a todos. Al
iniciarse, una parte del pueblo contempla con indiferencia el exterminio de
otros grupos sociales o contribuye a su persecución, pues se exasperan los odios
internos. Todos se vuelven cómplices y el sentimiento de culpa se extiende a
toda la sociedad. El terror se generaliza: ya no hay sino persecutores y
perseguidos. El persecutor, por otra parte, se transforma muy fácilmente en
perseguido. Basta una vuelta de la máquina política. Y nadie escapa a esta
dialéctica feroz, ni los dirigentes.”
Octavio Paz (El Laberinto de la Soledad)
A raíz de los resultados derivados de la reciente jornada electoral, se han puesto de moda una serie de memes que
representan el mapa político de la Ciudad de México dividido en dos secciones,
la oriental pintada de rojo o marrón, y la occidental pintada de azul, en
alusión a las demarcaciones territoriales donde ganaron Morena y el PAN o sus aliados, respectivamente.
Estos memes, cuyo fin -me queda claro- es la sátira y la diversión por un
suceso electoral que pareciera dividir a la ciudad en dos tipos diferentes de
clases, pudiera tener un trasfondo mucho más sensible y delicado para nuestro
país y nuestra democracia, producto de un discurso permanente de polarización,
que pudiera llegar a dividir realmente a la sociedad en sectores que se consideren enemigos entre
ellos.
Muchos han sido y siguen siendo los casos en todo el Planeta, de personas
que se odian sin siquiera conocerse por cuestiones completamente aleatorias tales
como el lugar donde nacieron, la clase social a la que pertenecen, la religión que les enseñaron a profesar o sus
rasgos físicos.
México, afortunadamente, siempre ha sido uno de los países donde ese tipo
de odio y división, producto de cuestiones raciales, xenofóbicas, políticas,
clasistas o religiosas, siempre se había mantenido al margen de odio y violencia
sistémicas, que pudieran generar discriminación o hasta violencia recurrente entre personas que se
odian simplemente por pertenecer a un sector diferente dentro de una misma
ciudad, estado o país.
En toda mi vida, el caso sobre este tema que más me ha impactado se presentó
cuando era niño, en la década de los ochentas, cuando escuché de la boca de mi
papá decir que había lugares en el norte del país donde se estaban pintando
bardas que decían: “Haz patria, mata un chilango”, sin
que a la fecha pueda comprender realmente la razón detrás de ese tipo de frases.
No se puede negar, por supuesto, que en épocas recientes México se ha
convertido en un país sumamente violento, pero esa violencia no deriva de que
nos odiemos entre nosotros, sino de cuestiones más pragmáticas como la avaricia
rapaz de muchas y muchos compatriotas, que ven en el crimen organizado, el
narcotráfico, el narcomenudeo, los homicidios por encargo, los secuestros y los
robos, la forma más sencilla de ganarse la vida.
Sin embargo, el nuevo tipo de resentimiento que pudiera estarse gestando en
nuestra sociedad, producto de esta dialéctica polarizadora que divide, encona y
genera resentimiento entre clases sociales, encabezada desde hace muchos años
por quien ocupa hoy el cargo de presidente, pero en la cual están también
participando desde hace años activamente muchas y muchos políticos de todas las
corrientes y partidos políticos, debiera preocuparnos.
Debemos recordar y tener presente que México es mucho más que quienes nos
gobiernan y que generar, propagar, replicar y/o difundir discursos de
discriminación, resentimiento u odio contra los integrantes de otras clases
sociales, así como pelearse con otras personas por sus preferencias políticas,
solo genera una división innecesaria para la defensa común de nuestros
intereses, ya que al final del día todos vamos en el mismo barco y nadie queremos
morir ahogados.
Por ello es que considero sumamente importante que demos ya vuelta a la página
electoral, y asumamos un rol ciudadano de unidad, de solidaridad y de vigilancia
permanente a todas y todos los gobernantes de todos los partidos, evitando caer en el error de culparnos entre nosotros de su mala gestión o en el de esperarnos
hasta el 2024 para volver a exigir cuentas a quienes ocupan cargos públicos de elección.
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