La caída de Facebook
Por: Salvador Romero Espinosa (@chavaromero)
El lunes aproximadamente a las 11:00 am (hora del Centro de México) dejaron
de funcionar todas las plataformas y servicios de Facebook, Instagram y
WhatsApp en prácticamente todo el Mundo, lo cual produjo un colapso en las
comunicaciones de cientos de millones de personas y empresas que utilizan
frecuentemente esas plataformas para comunicarse.
En mi caso, los primeros minutos fueron muy desesperantes y raros, ya que la
mayoría de las personas pensamos que el problema era la red de nuestro
proveedor de telefonía móvil o de Internet (Wi-Fi) por lo que incluso reinicié
mi celular pensando que podía haber sido un problema de “ciclaje” con la
conexión a la red, llegando a pasar momentos de desesperación -incluso intensos-
cuando veía que mis mensajes de WhatsApp se rehusaban a irse de mi teléfono.
Aunque afortunadamente siguieron funcionando otras plataformas y
tecnologías, la mayoría nos vimos obligados a recurrir a los medios “más arcaicos”
de comunicación como las llamadas telefónicas y el uso de los mensajes de texto
tradicionales (SMS) como lo hacíamos hace más de una década (cuando teníamos
que contar cuantos SMS llevábamos, porque cada uno nos descontaba $1 un peso de
nuestro “saldo amigo”).
También tuvimos que utilizar plataformas como Twitter o Telegram, que si
bien casi todos las tenemos instaladas o, al menos, las conocemos, rara vez
utilizamos para comunicarnos con ellas de manera regular, sino solamente con
cierto tipo de cuentas o personajes públicos (en Twitter) o con cierto tipo de
personas que consideran que las conversaciones son más seguras en Telegram que
en WhatsApp.
Evidentemente que la explicación lógica que todos dedujimos de esta caída
de Facebook fue una especie de ciberataque o sabotaje doloso por parte de algún
“virus” o de “piratas del ciberespacio”, buscando tal vez alguna enorme
recompensa por liberarlos del problema y, por supuesto, que también hubimos
muchas personas seguras de que tratándose de Facebook la caída no podría durar
más de una hora.
Sin embargo, increíblemente la caída duró más de 6 horas y, a pesar de
ello, la explicación oficial de Facebook sobre la caída fue bastante sencilla:
Hicieron cambios y actualizaciones en la configuración de sus enrutadores torales
(“backbone routers”) que sirven para coordinar el tráfico de las redes entre
todos sus servidores y centros de información, que trajo como consecuencia inesperada
un bloqueo inmediato en su capacidad de comunicación, lo cual desencadenó una
serie de fallas en toda su red, incluyendo la interna.
Al parecer, la gravedad de esta actualización en la configuración fue tal
que afectó la relación entre Facebook y el “Protocolo de puerta de enlace
fronteriza” (Border Gateway Protocol) que entiendo es una especie de GPS de los
servicios que funcionan en Internet, ya que permite la localización de los “caminos”
que cada paquete de datos debe de seguir dentro de la gigantesca red para
llegar a su destino y, sin el cual, ninguna plataforma o servicio puede
funcionar.
En otras palabras, aparentemente lo que “tumbó a Facebook” fue un error interno
relativamente común cuando se hacen ese tipo de actualizaciones, sin embargo, a
diferencia de otro tipo de plataformas en las que una caída de algunas horas
puede llegar a pasar desapercibida, en tratándose de Facebook sacudió
literalmente al planeta.
Lo que cuesta mucho trabajo creer es que un gigante de ese tamaño pueda ser
víctima de ese tipo de errores sin que exista un trasfondo mayor a una “simple”
falla técnica de su personal, y evidentemente los accionistas de la empresa
querrán un reporte mucho más completo que la explicación oficial por la gigantesca
cantidad de dinero que perdieron por este aparente error técnico, ya que no me
parece que se pueda descartar tan fácilmente la posibilidad de acciones dolosas
o de mala fe detrás de dicha falla.
Finalmente, el “apagón” de Facebook, WhatsApp e Instagram, fue un buen
recordatorio de la impresionante influencia que tienen estas plataformas en
nuestras vidas y de la posible adicción que han generado no solo en sus usuarios,
sino en las miles de empresas y negocios que dependen de ellas para existir, y
que el lunes prácticamente perdieron un día completo de ventas y operaciones.
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