¿El fin de la Privacidad?

Por: Salvador Romero Espinosa (@chavaromero)

El Senado de la República y el Presidente han escogido el peor momento de la historia de la humanidad para dejarnos a las y los mexicanos sin el Instituto Nacional responsable de la Protección de Datos Personales, el INAI, el único organismo encargado de vigilar y tutelar el respeto de nuestro derecho humano a la protección de datos personales en posesión de particulares y autoridades federales.

En una era en la que la Internet, los teléfonos inteligentes, las plataformas y redes sociales digitales, el espionaje, y, más recientemente, la inteligencia artificial, representan una amenaza gigantesca para nuestra privacidad, me parece increíble e irresponsable que esta administración federal justifique la desintegración del Pleno del INAI únicamente en base a su supuesta falta de resultados en el combate a la corrupción en nuestro país, pero sin mencionar ni una sola vez su papel como protector de nuestros datos personales.

Me parece delicado que de las muchas razones que expresó el Presidente de la República en sus “conferencias mañaneras” de los días 14 y 18 de abril, para decir que el INAI no servía de nada, todas se enfocaron exclusivamente en su labor como garante del derecho humano a la información y la transparencia, incluso proponiendo que la Auditoría Superior de la Federación asumiera sus funciones (así, sin las reformas necesarias), pero sin contestarnos ni una sola vez: ¿qué organismo va a tutelar nuestro derecho fundamental a la protección de datos personales y a la privacidad?

La respuesta es “ninguno”, y las autoridades que están apostando por destruir al INAI han omitido reconocer que la actual desintegración de su Pleno nos ha dejado en una situación de franca vulnerabilidad ante cualquier ataque a nuestra privacidad, en una especie de estado de excepción en materia de protección de datos personales.

Es importante señalar que el derecho fundamental a la protección de datos personales tiene 4 grandes vertientes, pues, en primer lugar, implica la posibilidad de que las personas podamos tener acceso a nuestros datos personales en poder de cualquier autoridad federal o particular (empresa, corporación, etc.), por ejemplo: acceso a nuestro expediente clínico o estudios médicos; a nuestro expediente laboral o a cualquiera de nuestros documentos que hayamos entregado por cualquier razón a un tercero.

También implica la posibilidad de que podamos exigir que se rectifiquen o corrijan nuestros datos personales en posesión de autoridades o particulares, por ejemplo, cualquier dato impreciso, mal escrito o capturado en algún sistema o base de datos que nos pudiera implicar algún daño o generar la limitación en el ejercicio de algún derecho, como nuestro nombre, lugar de nacimiento, domicilio, número telefónico, grado académico o tipo de sangre.

En tercer lugar, también implica el derecho que tenemos para que aquellos quienes poseen nuestros datos personales deban suspender cualquier tipo de su difusión en contra de nuestra voluntad, por ejemplo, si se utilizara alguna fotografía o video en el cual aparezcamos públicamente, en algún medio de difusión de algún ente público o privado, o en algún motor de búsqueda de Internet (“derecho al olvido”).

En cuarto lugar, tenemos de igual forma el derecho de solicitar a cualquier sujeto obligado público o privado, que destruyan, supriman o eliminen de sus bases de datos cualquier información, documento o expediente que contenga nuestros datos personales, por ejemplo, si nuestra relación laboral con alguna empresa ha terminado, podemos exigir que todos los dictámenes médicos o psicológicos que nos hayan realizado durante el tiempo que trabajamos en dicha empresa sean destruidos.

Estos derechos nos protegen también de todas las empresas tecnológicas y plataformas de cibercomercio y de redes sociales digitales, de tal forma, que tenemos el derecho a saber cuántos y cuáles datos personales tienen de nosotros e, incluso, a pedir que los eliminen definitivamente de sus servidores, en caso de que consideramos que tienen demasiada información de nuestra persona.

Por ejemplo: todos sus datos relacionados con sus compras en línea pudieran estar en manos de corporaciones trasnacionales que estén utilizando toda esa información sobre sus hábitos de consumo (que deberían de pertenecerle a usted y a nadie más) para crear un perfil digital suyo (una especie de clon) con apoyo de herramientas como la inteligencia artificial, que les permitirá identificar con mayor facilidad sus gustos y preferencias para diseñar publicidad a la “medida de sus debilidades”.

Ante estas y muchas otras amenazas a nuestra intimidad estamos actualmente expuestos en México, sin que se encuentre funcionando adecuadamente la única instancia especializada para protegernos, el INAI, y sin que quienes tienen la obligación de garantizarnos su funcionamiento -a través de la designación de las y los 3 comisionados faltantes-, muestren alguna preocupación por la actual limitación o suspensión del derecho fundamental a la protección de datos personales en nuestro país.



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