El costo de la transparencia
Por: Salvador Romero Espinosa
La propuesta de reforma al
artículo 116 de la Constitución para desaparecer a los 32 institutos de
transparencia locales del país, nos costará casi 20 veces más de lo que actualmente
nos cuestan dichos institutos, de acuerdo a la distribución de funciones y
obligaciones que establece para las contralorías de cada una de las casi 7,000
autoridades estatales y municipales del país.
En primer lugar, hay que señalar
que el presupuesto aproximado del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a
la Información y Protección de Datos Personales (INAI) es de 1,000 millones de
pesos anuales, mientras que el presupuesto aproximado de los 32 institutos de
transparencia locales del país, ronda los 1,300 millones de pesos al año; el
Instituto de Transparencia Jalisciense (ITEI), por ejemplo, tiene un
presupuesto aproximado de 60 millones de pesos anuales, básicamente el mismo
desde hace 12 años; es decir, la totalidad de los 33 institutos de transparencia
cuestan a cada mexicana y mexicano alrededor de $17 pesos al año, menos de lo
que cuesta un refresco.
De esos presupuestos, alrededor
del 70% de los recursos se destina a lo que se conoce como “Capítulo 1000”, es
decir, al pago de sueldos, salarios, prestaciones y honorarios de las personas
que apoyan a dichos institutos de transparencia a cumplir con sus funciones,
que en el INAI son alrededor de 800 personas y en el resto de los institutos de
transparencia del país alrededor de 1,200 personas; el ITEI, por ejemplo, tiene
una plantilla de personal de 94 personas.
Por su parte, la propuesta de
reforma constitucional, denominada de “simplificación administrativa”, cuya
finalidad es la destrucción de 39 organismos constitucionales autónomos
(creados como contrapesos al poder público), establece también una propuesta de
modificación al artículo 116 (relativo a las atribuciones de las entidades
federativas), que violenta completamente el esquema federalista mexicano y el
principio de soberanía de los estados que forman nuestra República, pues
prohíbe a las entidades el que puedan preservar a sus institutos de
transparencia, a pesar que dicho artículo fue concebido para reconocerles
atribuciones a las entidades federativas, no para imponerles prohibiciones.
En dicha propuesta de reforma se
establece la desaparición obligatoria de los 32 institutos de transparencia del
país para que cada contraloría o equivalente de cada autoridad, realice las
atribuciones que actualmente realizan dichos institutos, entre otras, conocer
de las quejas, impugnaciones, recursos e inconformidades que presente la
sociedad en contra de la opacidad de las instituciones públicas, así como las
verificaciones a sus portales de transparencia y la capacitación a su personal
y a la sociedad civil.
Este esquema conllevaría un
enorme gasto presupuestal, dado que -haciendo a un lado a la Federación-
actualmente existen casi 7,000 sujetos obligados (o autoridades) estatales y
municipales (en Jalisco rondan los 600), por lo que una debida tutela de los derechos
fundamentales a la información y a la protección de datos personales, que
actualmente está encomendada a los institutos de transparencia, implicaría que
en cada contraloría de cada autoridad se contrataran, al menos, 3 tres nuevas
personas: una responsable de la resolución de recursos en materia de acceso a
la información y de las denuncias por incumplimiento de obligaciones de
transparencia; otra responsable de las verificaciones a los portales de
transparencia y de la capacitación; y otra especializada en resolver controversias
relacionadas con la protección de datos personales.
En otras palabras, en el discurso
oficial para justificar la destrucción de los institutos de transparencia, se
ha señalado que son costosos para el presupuesto y que su desaparición
implicaría un ahorro para el erario público, sin embargo, con el esquema
propuesto, si en verdad se quieren proteger adecuadamente estos derechos humanos,
se tendrían que contratar a alrededor de 21,000 personas nuevas para tutelarlos
de manera eficiente por los sujetos obligados estatales y municipales (en
contraste con las alrededor de 1,200 personas que actualmente laboran en los 32
institutos locales), por lo que, en realidad, este esquema propuesto, además de
todas las implicaciones negativas que tiene, también nos costaría a las y a los
mexicanos, cuando menos 17 veces más de lo que actualmente nos cuestan los
institutos de transparencia locales del país.
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